Dentro del Adviento que estamos
viviendo, hemos comenzado el Año Santo de la Misericordia, a cuyo final todos
estaremos limpios de pecado, y a lo mejor nos habremos reconciliado con esas
personas que a veces nos cuesta, tenemos un año por delante… pero a lo mejor
necesitamos aclarar algunas cosas, veamos:
¿Qué es un Año Santo?
El Año Santo o Jubilar es tradicionalmente un año de perdón y
reconciliación. Hasta ahora solo se han realizado 26 celebraciones jubilares
ordinarias. La última fue el Jubileo del año 2000 convocado por san Juan Pablo
II. Un jubileo extraordinario puede ser convocado en una ocasión especial o por
un evento que tiene una importancia especial, como es el caso del Año Santo de
la Misericordia.
¿Cuál fue el primer Año Santo de la historia?
El primer Año Jubilar de la historia, con el perdón general de todos
los pecados, tuvo lugar en el 1300 por iniciativa del Papa Bonifacio VIII. La
idea era celebrarlo cada 50 años, siguiendo la antigua costumbre judía, pero
después se pasó a convocarlos cada 25 años para asegurar que tenga lugar una
vez para cada generación.
¿Qué es una puerta santa?
Cada una de las cuatro basílicas de Roma tiene una puerta santa, que
normalmente se sella desde el interior para que no se pueda abrir. Las puertas
santas sólo se abren durante el año del Jubileo para que los peregrinos puedan
entrar a través de ellas y ganar la indulgencia plenaria vinculada al Jubileo.
El rito de la apertura de la Puerta Santa pretende ilustrar simbólicamente
que a los fieles de la Iglesia se les ofrece un «camino extraordinario» hacia
la salvación durante el tiempo del Jubileo.
¿Interesa solo a los católicos?
No. El Jubileo de la Misericordia crea una mayor sintonía espiritual
con judíos y musulmanes, que también consideran la misericordia como el primer
atributo del Dios único.
¿Y los pecados cuyo perdón están reservados al Papa?
El próximo Miércoles de Ceniza, Francisco otorgará a 800 sacerdotes
«Misioneros de la Misericordia», ya seleccionados, poder perdonar pecados
reservados al Papa como la profanación de formas eucarísticas, la absolución a
cómplices en pecados sexuales, la ordenación de obispos sin permiso, la
ordenación sacerdotal inválida de mujeres o la rotura del secreto de confesión.